Las heridas


Stefen Gilligan cuenta que "la vida es maravillosa pero en ocasiones duele como un demonio". Es verdad. En ocasiones ya he comentado aquí que nuestra vida es poliédrica (por fortuna) y existen partes que están bien nutridas y desarrolladas y otras que merecen un cuidado especial.

Éstas cuando tratamos de desarrollarlas, puesto que están más débiles, decimos que las llevamos de nuestra área de confort , de no forzar nada, de proteger de forma excesiva nuestros miedos con extrañas pautas de comportamiento (no hacer, no atreverse, que haga otro, especializándonos en un área técnica concreta); a nuestra área de desarrollo.

Metafóricamente acompañamos a nuestras "partes más débiles" a ser "más fuertes" y en estos pasos iniciales nos hacemos heridas, y duelen, caramba si duelen (una mala respuesta de alguien significativo, otro que nos ha fallado, una ejecución pobre que era muy importante...en fin seguro que alguna de estas u otras os suenan).

Y seguro que también habéis sentido la tentación de no volver a probar nada, de dejarlo estar....pues NO!!.
No te rindas, ¿para qué?, que te cuesta hacer algo que no has hecho nunca, pues claro!! cómo no va a costarte, si eres inexperto en eso. Que te duele, pues claro. En ese área necesitas una fortaleza que ahora no tienes y ese dolor te lo recuerda. Que necesitas parar para tomar aliento y recuperarte de las heridas, mira mejor sigues andando y te vas curando por el camino. Creo que no podemos dejar de hacerlo sólo porqué duela, sencillamente no podemos (si queremos el cambio claro).
No podemos esperar que nuevos pasos sean fluidos si somos inexpertos, ni podemos pretender que una transición sea siempre cómoda, sólo podemos pretender que sea y estar dispuestos a pagar el un precio razonable.
Me gustaría dejaros un cuento de Bucay que he tomado de http://blog-candy.blogspot.com/ y que para mi representa este mensaje:
"Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:- Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, me parece que sería penoso que te limitaras a caminar, teniendo las alas que el buen Dios te ha dado. - Pero yo no sé volar - contestó el hijo.- Es verdad... - dijo el padre y caminando lo llevó hasta el borde del abismo en la montaña.- Ves, hijo, este es el vacío. Cuando quieras volar vas a pararte aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y extendiendo las alas, volarás.El hijo dudó:- ¿Y si me caigo?- Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento - contestó el padre.El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida. Los más pequeños de mente le dijeron:- ¿Estás loco? ¿Para qué? Tu viejo está medio zafado... ¿Qué vas a buscar volando? ¿Por qué no te dejas de pavadas? ¿Quién necesita volar?Los más amigos le aconsejaron:- ¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio? Prueba tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol, pero... ¿desde la cima?El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y, con coraje, saltó... Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas pero igual se precipitó a tierra...Con un gran chichón en la frente, se cruzó con su padre:- ¡Me mentiste! No puedo volar. Probé y ¡mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas sólo son de adorno.- Hijo mío - dijo el padre - Para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como para tirarse en un paracaídas, necesitas cierta altura antes de saltar.Para volar hay que empezar corriendo riesgos.Si no quieres, quizás lo mejor sea resignarse y seguir caminando para siempre.

Suerte a los que aún con las heridas siguen en su camino. Un abrazo a todos.
Toni

2 comentarios:

17 de noviembre de 2008, 14:35 Anónimo dijo...

Gracias Toni por recordarnos que crecer, perseguir nuetros sueños ,y hacerlos Realidad "duele" .
Porque a veces nos olvidamos que el dolor forma parte del propio proceso de vivir, y que no es posible avanzar sin correr riesgos.

Un abrazo.

Sara

19 de noviembre de 2008, 16:36 Begoña Coach Politico dijo...

Que bueno Toni......el poder leer esta reflexión en este momento. Es cierto que el que no corre riesgos como cuenta el cuento...tiene la opción de seguir "caminando" y que razón tenia Serrat...Caminante no hay camino....se hace camino al andar......
Gracias......y sigamos cogiendo riesgos y curando heridas....

Begoña

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